Pídale a un grupo de personas que no sean mineros que se imagine una flota de grandes camiones que vengan cuando los llama, se posicionen solos para la carga y luego se desplacen a las ubicaciones de descarga asignadas, todo esto sin un solo operador a bordo; seguramente pensarán que es ciencia ficción. Sin embargo, plantéese esta misma situación a un grupo de mineros y le dirán que la minería autónoma se está convirtiendo rápidamente en una realidad en diferentes operaciones.
La productividad también se mejora a través de la utilización óptima de los equipos, que no se interrumpe debido a los cambios de jornadas de trabajo o, en el caso de las operaciones subterráneas, como consecuencia de la necesidad de evacuar áreas para la ventilación luego de las tronaduras.
La mayor seguridad, la productividad mejorada y el tiempo de trabajo adicional son solo algunos de los motivos por los que la minería autónoma es el futuro de la minería, tanto en la superficie del suelo como bajo tierra.
Muchas empresas mineras poseen o controlan operaciones que abarcan cientos o incluso miles de kilómetros. Cuentan con muchas máquinas de diferentes tamaños, que utilizan en distintos entornos y para una amplia gama de aplicaciones, tanto de superficie como subterráneas. Con tantas variables en juego, la consistencia es esencial para maximizar la eficiencia de las operaciones.
Desde una ubicación central, son capaces de asignar camiones y cargadores, administrar las metas de producción diaria y monitorear el estado de las máquinas. Mediante estas tecnologías, los supervisores también pueden elaborar situaciones hipotéticas, para determinar los efectos de algunos cambios operativos antes de su implementación.